Por Diana Vargas
Habían transcurrido 30 días de que el pequeño David cautivara el corazón de su padres. Las visitas de familiares y amigos cesaron para fortuna de ellos, aunque por ahí de las 8:00 p.m. Ana; su Madre anhelaba que alguna de sus parientes se asomara con algún platillo para la cena y fue entonces amamantando a su hijo que comenzó a inquietarse en medio de tantas preguntas: ¿Cómo continuar mi lactancia si regreso al trabajo en 15 días? ¿No sé extraerme Leche? ¿Tendré Leche suficiente para alimentarlo? ¿Tendré permiso en la oficina para amamantar o extraerme Leche? Sus lágrimas rodaban por sus mejillas y David comenzó a llorar al igual que su madre, finalmente él percibía su ansiedad. Joaquín, su padre; se acercó a la habitación y sin preguntar de inmediato abrazó a Ana para luego tomar en brazos a su hijo.
¿Cuántas mujeres hemos pasado por una situación parecida? ¿Encontrarnos en medio de una crisis por el regreso al trabajo fuera de casa?
Cada mujer y su recién nacido deben ser cubiertos por una red de apoyo que les permita sentirse seguros y en libertad. Una profesional de la salud que resuelva sus inquietudes con la Lactancia, un familiar que coopere con más labores en casa para que mamá pueda descansar un poco más, una regulación que promueva y proteja la Lactancia Materna, una empresa con políticas de apoyo a la Lactancia.
Porque no son únicamente los cambios hormonales los que producen el llanto en Ana durante el postparto sino también toda la serie de retos que debe enfrentar durante su maternidad. Ana merece respuesta a cada una de sus interrogantes, un acompañamiento, contención y soporte de la sociedad que le permita ofrecer el bienestar que tanto anhela para su pequeño David ejerciendo una maternidad en equilibrio con su vida profesional y personal.
¿Y tú; estás empoderando a Ana en tu comunidad, oficina o casa o eres tú esa Ana que necesita atención?
Estoy aquí para acompañarte en tu maternar…
Diana Vargas.